Barón - Bitácora
28 oct 2020
Francisco Luis Bernárdez

Después de eso, te quedas en silencio, claro. Hablamos de F L Bernárdez, argentino, con fuerte carga española, cultural, vivencial y anímica. Nació allá en 1900, hijo de españoles, y pasó parte de su juventud aquí. Después allí, bibliotecario, amigo de Borges, académico, y embajador aquí. Murió en 1978 y dejó, dicen, muy buena obra poética. Al Papa Francisco le gusta, y por él nos ha llegado noticia. Muy agradecidos le quedamos.

Yo he seleccionado ese soneto bellísimo, lo mismo que el de ayer. Hay otros preciosos también en la red. Aquí hay unos cuantos.

Otro que ha quedado impresionado ha sido Segismundo, que ayer se quedó con el soneto recomendado por el Papa, y hoy le han pillado recitándolo. En ese castillo no se puede hacer nada a escondidas del Barón. Luego han hablado de clorofila y cosas así.

26 oct 2020
Pellizca Francisco

Resulta difícil encasillar al Papa Francisco. Tampoco es que haya que hacerlo, pues encasillar es recortar algo para encajarlo en un espacio menor. Renuncio, pues, a encasillarlo. Pero eso no impide comentarlo.
En la visita formal del Presidente del Gobierno de España, el papa se ha tomado la libertad nada protocolaria de darle públicamente, es decir, urbi et orbe, un par de admoniciones, una espiritual y otra no tanto.

La primera, trata de elevar la acción política a rango de virtud teologal: «no es solo un arte —ha dicho— para los cristianos es también un acto de caridad.» Así pues, nada que objetar.

Pero la enjundia de su novedosa alocución está en la otra, ésa sí, verdadera admonición. El Papa ha hablado de las patrias, tema, claro, en el que no está asistido por el Paráclito. Ha recomendado un libro "Síndrome 1933" de Siegmund Ginzberg, un comunista italiano, en el que se advierte al mundo del peligro que representan las ideologías para la conservación y salvaguarde de las patrias.

Recomienda el libro, libro que Sánchez no leerá y yo tampoco, y recomienda también la lectura de un poemita que escribió un neurólogo compatriota suyo, de nombre Jorge Armando Dragone. Ah, también recomendó un soneto, éste sí, de una factura preciosa, escrito por un diplomático argentino, claro, Francisco Luis Bernárdez. El soneto dice así:

Si para recobrar lo recobrado
debí perder primero lo perdido,
si para conseguir lo conseguido
tuve que soportar lo soportado,

si para estar ahora enamorado
fue menester haber estado herido,
tengo por bien sufrido lo sufrido,
tengo por bien llorado lo llorado.

Porque después de todo he comprobado
que no se goza bien de lo gozado
sino después de haberlo padecido.

Porque después de todo he comprendido
que lo que el árbol tiene de florido
vive de lo que tiene sepultado.

¡Un sonetazo! Habrá que ver qué hay por ahí de este señor. No siempre van a ser los clásicos.

Los otros versos, los que me han movido a reflexión especial hoy hablan de la patria. El Papa dijo a los presentes, por cierto todos de luto (parece que asistían al velatorio de la patria muerta y cantada en el poema): «Es muy triste cuando las ideologías se apoderan de la interpretación de una nación, de un país y desfiguran la patria. Me viene a la mente en este momento el poema de Jorge Dragone ‘se nos murió la patria’ es el réquiem más doloroso que yo he leído y de una belleza extraordinaria, ojalá nunca nos suceda a nosotros.»

Se nos murió la Patria, hace ya tiempo,
en la pequeña aldea.
Era una patria casi adolescente.
Era una niña apenas.
La velamos muy pocos:
un grupito de chicos de la escuela.
Para la mayoría de la gente
era un día cualquiera.
Pusimos sobre el blanco guardapolvo
las renegridas trenzas,
la Virgen de Luján y una redonda
y azul escarapela.
Unos hombres muy sabios opinaban:
Fue mejor que muriera
Era sólo una patria, nos decía
la gente de la aldea.
Pero estábamos tristes.
Esa patria era la patria nuestra.
Es muy triste ser huérfano de patria.
Luego nos dimos cuenta.

La historia es muy bella. Ha merecido la pena llegar hasta aquí, lo cual me hace replantearme la intención de no leer el libro recomendado por el Papa a nuestro primer espada. Las dos poeasías merecen la pena. Otra cosa es que el el Papa "pontifique" sobre el concepto ideológico de 'patria', porque entra en terreno poco firme, y humano donde los haya.

Por eso, quiero advertirme a mí y a la ingente cantidad de lectores de esta bitácora con estos horrendos ripios:

La patria es como el vino:
tomado en vaso,
un estimulante fino,
pero si pierdes el paso,
y te lo metes sin tino
y en garrafón, es dañino

---oo00oo---

Antes de subirlo a la web, reviso lo escrito y me encuentro con un título incomprensible a la luz de su contenido: "Pellizca Francisco". Pensamos en bloque, escribimos en línea, dice un axioma de la neuro-ciencia. Captamos una idea en un instante, pero su desarrollo exige tiempo, y mientras éste transcurre la idea va cambiando y la narración toma caminos y derroteros que no estaban pensados, para llegar muchas veces a distinto sitio del previsto.

Este ha sido un ejemplo. Viendo en los medios la noticia sobre la audiencia pontificia y después de leído el poemita "Se nos murió la patria", he salido en tromba dispuesto a decir que lo que su Santidad había dado a Su Persona no llegaba ni a pellizco de monja, una caricia, vaya, cuando a su mano tenía un crucifijo de buen tamaño y peso, con el que podía haber corrido a boinazos (cristazos suena irreverente)a nuestro insigne representante. Ocasión perdida, he pensado.

Pero el cerebro va a lo suyo, y conforme iba desplegando el precioso soneto del diplomático Bernárdez, me iba ganando la iniciativa del Papa, muy jesuítica, que diría Unamuno, de atizar una buena colleja al Gobierno que nos desgobierna, al tiempo que daba a conocer al mundo a sus dos compatriotas poetas, hecho que ha merecido la pena. Así que dejo el título de "Pellizca Francisco", a pesar de que tendría que haber sido "Collejea Francisco" o "Reparte leña el Santo Padre". Mañana volveremos con Bernárdez.

13 oct 2020
Ayuda

Al Barón, los políticos siempre lo han decepcionado, pero, también siempre, unos más que otros. Estos días anda que fuma en pipa contra el abuso del poder público utilizado para fines privados. Ha escrito un soneto, ha dejado la pipa, ha cogido un farias y ha subido a la torre a darse un homenaje.

Como nota curiosa, hoy hacen cincuenta y tres años de aquel —también trece y martes— de 1967, que la Castellana contrajo nupcias en la basílica de Javier con Segismundo y el Barón, todo en uno. Un ménage à trois que hasta ahora ha dado buen juego... y que siga.

12 oct 2020
Nostalgia

1959. Caminábamos por la vía del tren desde Olazagutía hasta Alsasua, para volver a Tafalla de unos días que habíamos pasado en la sierra de Urbasa. Tres mocicos (Manuel Boado tomó la foto) y tres chavales, aprendices todos de boy scouts. Jugábamos a la vida libre y montaraz, cuando jugar era transformar la realidad elevándola otra dimensión fruitiva, que nos alimentaba y formaba. Cuánto agradezco esta foto que no tenía, aunque sí otra del mismo día, cuando dejábamos a nuestras espaldas Olazagutía y bajábamos hacia la estación.
La foto la envía JM Bellostas, junto con un artículo que canta los beneficios que nos reporta el ejercicio de la nostalgia, principalmente el de ser un recurso estimulante del cerebro para contrarrestar la propia melancolía o la depresión. Estoy con el articulista, pero voy más allá, porque puede que a Segismundo, esta foto de Ignacio, con su paso cansino sobre las traviesas de la vía pueda llevarlo un poco a la melancolía, pero seguro que al Barón le producirá una torrentera de estimulante oxitocina, que lo impulsará a seguir jugando por encima de la realidad, como hicimos aquellos días en Urbasa con nuestra modesta tienda de campaña y nuestras cantimploras, creyéndonos intrépidos y autónomos robinsones de diecisiete años. Gracias por la foto, Josemari.

4 oct 2020
Ignacio

Ayer habría cumplido 79. Me disponía a escribirle cuando me llegó la noticia de su infarto fatídico en Lima. Un golpe muy fuerte, contra los mismísimos cimientos de mi vida. Intimamos el verano del 58, igual que con Jesús. Esta es la primera de un montón de fotografías que han jalonado el transcurso de nuestra sólida amistad.


Hata la última, tomada ahora harán nueve años, en su última visita a España, ya sacerdote jesuita curtido en mil batallas de docencia en seminarios y de ejercicios espirituales en los que resultó experto especialista .



Entre todas ellas están las tomadas en Méjico, donde coincidimos cuando él terminaba sus estudios y se ordenaba sacerdote en un viaje a Loyola. En Méjico hizo sus "primeras armas" como soldado de Jesús y pastor, con familias de nuestro entorno y del suyo propio, desplegando su especial carisma para la dirección de almas. Allí dejó un recuerdo perdurable cuando fue destinado definitivamente a Perú. También tuvo sus expansiones no teológicas, como en esta foto que he entresacado de entre otras más pastorales.



Ahora, afectado como estoy por el gran dolor que su muerte me ha causado, soy incapaz de seguir ordenando ideas y sentimientos. Lo dejo aquí, pensando en volver cuando me sea menos doloroso.

Mientras tanto, hay que volver a lo cotidiano, donde estamos irremediablemente inmersos. Antes de sentarme a felicitar a Ignacio, estaba entretenido con un fraternal encuentro que acababan de tener El Barón y Segismundo; y dado que tenemos que seguir aunque sea sin el amigo, he añadido el contenido de este encuentro a la colección, así sin más, porque la vida ha de seguir... y sigue.