Barón - Bitácora
28 ago 2020
Hilo y catálisis

Son las seis y media, no ha amanecido todavía, pero he subido a la torre Norte, la del oteo, y lanzado una de las pocas flechas que quedan en mi carcaj. Estos días pasados la he estado sobando pensativo, pero sin pensar, como es mi estilo, sólo sobándola, mientras intentaba quitarle una incipiente pátina de herrumbre que ya empezaba a alarmarme. Sin flechas no hay Barón, y con flechas oxidadas hay Barón oxidado.

La poca luz previa a la aurora no me ha dejado ver bien el sitio donde ha caído, pero aun así partiré tras ella. El castillo está sumido en un silencio total, Segismundo y la Castellana duermen, aunque estoy seguro de que ambos me han visto, si no lanzar la flecha, sí subir a la torre. Aquí nada ocurre sin su conocimiento, lo cual me tranquiliza en el fondo.

La flecha lleva la misión de recuperar la página web en una versión más moderna, adaptada a los nuevos utensilios de comunicación etérea, especialmente móviles y tablets. Con ello, sale perjudicado el PC, cuya pantalla y poder de procesamiento ofrecen mayores posibilidades, pero eso va en línea con el trato que la ley natural tiene reservado a todo lo caduco. Vienen con fuerza los más jóvenes y el móvil es su ventana al mundo. El traslado va a significar un importante trabajo de adaptación.

Lo primero es recuperar el hilo, ver cómo estaba el castillo cuando abruptamente, hace un año largo, tuvimos que levantar el campamento de Jávea y volver al hogar. Un año después, todo más tranquilo, poco ha cambiado excepto que sabemos mucho más acerca de las virtudes de la cúrcuma, del jengibre y de los innumerables aceites esenciales que metidos en frascos llenan el mundo herbolario.

Y el hilo recuperado, un gran hallazgo, corresponde al 23 de mayo del año pasado. ¡Oh sorpresa! acabábamos de concertar un acuerdo de colaboración para el puesto de Mayordomo Mayor con un experto en estos menesteres. Véase el acuerdo. Mr. Javier entró al servicio del castillo y lo encontró deshabitado. Todo un desaire muy propio de esta baronía; así nos luce el pelo igual a mí que a ese gusano de Segismundo, al que todavía no quiero visitar para no alterar su metabolismo —algo altamente peligroso— dicen los médicos rusos que han dado el parte de la indisposición del opositor Navalny.

Recuperado el hilo, hay que proceder a recuperar visitantes, aunque esta nueva fase no está tan orientada a éstos como la anterior. Últimamente, ya empezaba el Barón a mostrar cierta tendencia a la autonomía; allí quedó su subida al tren vacío. En esta apertura de hoy los visitantes son menos esperados y, aunque menos necesarios en número, sí son imprescindibles en calidad, por su papel de catalizadores. En la catálisis, la reacción química es acelerada y reforzada por la simple presencia del catalizador. La función de éste es la de intercambiar su propia química con el proceso que se está llevando a cabo, pero siempre quedando intacto al término del mismo. Aunque, claro,no hay catálisis perfecta y aunque se dice que el catalizador queda indemne, lo cierto es que suele darse el llamado envenenamiento del catalizador, una desgracia no deseada, pero posible.

NOTA BENE.-
Normal e históricamente, los catalizadores eran piezas de material muy valioso, como paladio, oro o platino, pero últimamente la devaluación general que nos afecta ha optado por elementos menos consistentes como el hidrógeno que usa Toyota en sus celdas de combustión. Los de platino molaban más, y todavía queda alguno.