Introducción
Recién estrenada su nueva vida, su Arcadia feliz, el Barón se encontraba en Jávea y regularmente cruzaba correos de altísimo contenido intelectual con su amigo César. Algunas veces, los contenidos descendían a tierra y se limitaban al pedestre relato de lo cotidiano. En una de ésas, el 14 de mayo de 2002, a medida que el relato iba entrando en detalles, descubrió el Barón que su prosa tenía ritmo y a veces incluso rima. Dejó que sus dedos corrieran libres sobre el teclado
saltando entonces la prosa por los aires divertida, y en graciosa mariposa convertida.
Vio el Barón que eso era bueno y lo llamó "bertsos o así". Al día siguiente descansó.
Aquel correo del 14 de mayo iba así:
.../...
Hoy he preparado unas patatas bien cociditas, con brócoli, beicon y
ajitos, que más que un poema eran una sinfonía,
un concierto,
una armonía,
una gala,
una ambrosía,
un festejo,
un recital,
un agasajo ideal,
un equilibrio de olores,
un madrigal de sabores
un cocido musical.
Y aunque de cursi me tildes,
una pitanza de humildes
con la que los ricos sueñan,
y en la que todos empeñan
gastronómicos anhelos.
Y no era lacón con grelos,
que eran patatas vulgares,
caviar de menesterosos,
oración para seglares,
gollería de viciosos,
victoria del hedonismo,
perturbación de onanismo,
un manjar insospechado,
que te brinda con altruismo
tu amigote
El Jubilado.
Y comprobado que hubo el Barón que, sabido el truco, hacer bertsos era pan comido, y sabido también que "el que hase un sesto hase siento", se dijo a sí mismo que nadie mejor que sus amigos para dianas de sus dardos. Por eso las víctimas están ahí, en el margen izquierdo de esta página (pinchad sobre ellas para abrirlas), con orden, pero sin concierto, es decir, desconcertadas. ¿Me perdonarán algún día?
Nota bene.
El anuncio de la incorporación de esta sección fue hecho el 23 de agosto de 2012. En él se dan otros detalles interesantes sobre cómo un hombre taimado como el Barón de Münchhausen ha caído en el garlito de la versificación. Pincha este enlace y verás.