Barón - Bitácora
23 ago 2012
Bertsolari

Pongamos que un día te enteras de que un amigo va a ir a Albacete, una buena ocasión para hacerte con esa navaja cabritera que siempre has deseado. Inicias entonces una nota, más o menos de esta guisa: “mi querido Juan, he oído que piensas ir a Albacete un día de éstos. Me gustaría que te acordaras de traerme una navaja cabritera…”.

Pongamos que ya sabes que estás escribiendo en prosa (lo cual no es poca cosa), pero pongamos también que por causas todavía desconocidas, en lugar del fonéticamente plano "he oído que piensas ir a Albacete..." tu pluma inicia el vuelo de esta otra manera: “No te olvides cuando vayas a Albacete…”, y en ese momento una chispa salta en tus neuronas, la “ritmochispa”, la que detecta los ritmos,  y te percatas de que la frase que acabas de escribir tiene cadencia. No sabes, ni tienes por qué saberlo, que acabas de hilar uno detrás de otro tres sintagmas que guardan entre ellos relación de parataxis (coordinación), hipotaxis (subordinación) y concordancia, además, claro, de las clásicas relaciones semánticas de cohesión y congruencia. Esto se llama técnicamente coherencia textual, pero tampoco lo sabes, y, siendo la ignorancia caldo para la felicidad, tú sigues a lo tuyo.

Tres golpes tónicos en la penúltima sílaba de las tres porciones, de cuatro sílabas cada una, que acabas de escribir. ¡Un dodecasílabo! Y lo has hecho tú solito. Lo lees haciendo énfasis en esas sílabas tónicas, y no te lo crees:

No te olvides
cuando vayas
a Albacete.

 ¡Qué belleza! ¡qué ritmo! Lo lees de nuevo. Y ahí está, es cierto. Lo lees todo seguido: "No te olvides cuando vayas a Albacete". Ese ritmo te produce un placer especial que te emociona. Has topado con la Poesía y has caído en su red. Ya no te importa el primer motivo, la navaja queda relegada. El Arte pone a un lado la realidad y toma el poder. Lo que importa ahora compulsivamente es cerrar el ciclo rítmico con otro dodecasílabo que termine en "ete". Te vienen a borbotones, no sabes de dónde y por este orden:  Manolete, muete, bonete, billete, retrete, juguete, sorbete, cachete, veintisiete... ¡uf! doscientas más. En ese momento eres presa de la Creatividad; dudas, remiras, imaginas, canturreas la melopea rítmica del un-dos-TRES-cuatro, un-dos-TRES-cuatro... hasta que de pronto, ¡eureka!, la luz que Ella irradia ilumina todo y la paz te invade: ¡de sacar por lo menos el billete!

No te olvides cuando vayas a Albacete,
de sacar por lo menos el billete.

¡Vale con eso.! Todo casa excepto la navaja, que ha sido sacrificada en aras de Ella, la Poesía. Nadie sabrá jamás que tu móvil originario y genuino fue traicionado para echarte en brazos de una loca, que se complace en ensartar una detrás de otra perlas rítmicas, tantas veces incongruentes por forzadas.

Eres alta y delgada, como tu madre,
pero tienes bigote, como tu padre.

Abenamar, Abenamar,
moro de la morería,
el día en que tú naciste,
tu madre a poco la diña.

Quisiera ser lucerito
y tener plumas azules,
para acostarme contigo
sábado, domingo y lunes.

Manda el ritmo,
manda la rima,
un algoritmo
de pantomima,
y de un simplismo
que me da grima.

Perlas que son ejemplos del sometimiento de la razón a la Loca. Ejemplos hermosos, sí, pero como el busto de don Félix María Samaniego:

Dijo la Zorra al Busto,
Después de olerlo:
«Tu cabeza es hermosa,
Pero sin seso»

Como éste hay muchos,
que aunque parecen hombres,
sólo son bustos.

Hoy, a pesar de todo lo anterior o quizás por ello mismo, el Barón ha decidido coronarse Bertsolari laureado y ha incorporado una nueva sección bajo la pestaña Bertsolari. La tenéis ahí arriba, después de Apuntes. Consciente de que entre la versificación y la poesía media un abismo, se ha reconocido escribidor de versos y no poeta. Si alguien pide que elimine los dardos a él dirigidos o alguno en concreto, no tiene más que'icilo.

NOTA el 26-09-20.
La referencia a la pestaña "Bertsolari" no tiene sentido en este nuevo formato de navegación adaptado a dispositivos móviles. Las "pestañas" han sido sustituidas por el menú de barras.