Nochevieja - 31 diciembre 2013
S —¡Cómo de entre mis manos te resbalas!
¡Oh cómo te deslizas, vida mía!...
B —¿Pero tú sabes qué día es hoy, sor Angustias?
S —Claro que lo sé, frívolo subproducto de la
naturaleza. Ahora está acabando un año más y meditaba con el
Salmo XIX de Quevedo.
B —Pues venga, hombre de Dios, acábalo y vente
arriba conmigo, que van a dar las doce y tengo las uvas y el
cava preparados.
S —... cualquier instante de la vida humana
es nueva ejecución, con que me advierte cuán frágil
es, cuán mísera y cuán vana.
Yo ya he terminado, pero no
esperes que suba contigo, Barón de Pacotilla, a celebrar
nada relacionado con nuestra improbabilidad.
B —¡Qué dices, pigmeo tremebundo! Qué tendrá que ver
el espumoso cava con la estadística. Lo que me faltaba por oir.
S —Todo es estadística, ignorante, y por ende todo
es probabilidad. Tú mismo eres un ente improbable, solo por
estar vivo eres improbable.
B —¿Y tú crees que si te ensarto con mi sable, que
fue terror del imperio Otomano, es probable o improbable que te
vayas al otro barrio?
S —El simple acude siempre a su espada. Yo solo digo
que las leyes de la física dicen que la vida es improbable, con
lo que tú eres improbable y yo también. Y es más: la segunda ley
de la Termodinámica dice que tú y yo tendemos a la máxima
entropía, allí donde acaba el desequilibrio termodinámico y
empieza el orden caótico de la materia, el punto Omega de Teilhard de Chardin. Tú eres un sistema termodinámico
desequilibrado y
B —¡Voto al chápiro verde! Ahora sí que te ensarto,
renacuajo cavernario, si no te tragas eso de la entropía y que
soy un desequilibrado. En Nochevieja nadie piensa en la entropía; ni
siquiera el que la inventó.
S —Nadie la inventó; ella está ahí y mide nuestras
vidas. Se puede medir porque Rudolf Clausius desarrolló la
fórmula. Tú, si quieres, puedes forrarte inventando un aparato
para medirla, que te lo puedas poner como un termómetro y te
diga tu grado de entropía por si un día quieres
confesarte. La fórmula es corta y está al alcance de un niño;
toma nota: dS=δQ/T.
B —Pues sí, me voy a forrar y va a ser ahora mismo,
pero a base de cava y marisco. Y tú, plomo encadenado, triste
renacuajo de charcas obscuras, lo mejor que puedes hacer esta
noche nochera es subir conmigo y mi castellana. Te invitamos a
cenar, a marisco, cava y uvas, para que entres en el nuevo año
como Dios manda. Venga, vamos, que hoy me pillas blandito.
S —Con tanto cava y marisco tu entropía se disparará hacia el punto Omega, cosa que no te recomiendo.
Yo me quedo a meditar; y tú dile a
la castellana que baje aquí conmigo, que tan castellana es del
uno como del otro.
B —Ya, que te lo has creído. Es castellana, pero no
tonta. Anda y que te den entropía, ínfimo.
S —¡Ay mísero de mí, ay infelice! Apurar, cielos,
pretendo...