Manchando telas - 24 mayo 2013
B —Hola, sabandija de las
tinieblas! ¿Ya estás aquí otra vez?
S —Sé que andas diciendo por ahí que escribes y que
pintas. ¿Cierto?
B —¿Y a ti, que no das un palo al agua, qué te puede
importar lo que yo vaya diciendo? ¿Acaso eres tú la sombra de tu
hermano, como dijo aquel miserable de la quijada de asno?
S —Aquí el único miserable eres tú, Barón de
la Sinsustancia. Y ahora hay que nombrarte Señor de la
Indignidad. Porque, si nos servimos de símiles bíblicos, más
cercano estás tú del bribón de Jacob, pudiendo ser yo
perfectamente el honrado y estafado Esaú.
B —¡Pues claro, renacuajo! Yo sí puedo ser Jacob, el
padre de las doce tribus de Israel, gran vencedor de
contrincantes celestiales. «Yo amé a Jacob y aborrecí a Esaú»
puso Malaquías en boca de Yavé. Y añadió: «convertí sus montes
en desolación y abandoné su heredad para los chacales del
desierto». Algo que estoy tentado de hacer yo contigo, insolente
alfeñique, si no vuelves ipso facto a tu guarida.
S —No podía esperar menos de un ser despreciable.
Jacob engañó a su padre cubriéndose con vello ajeno. Y tú, con
igual carencia de escrúpulos, pintas lo que otros han pintado y
lo exhibes. Te vales de que los que te lo alaban son tan ciegos
como Isaac, el padre de Jacob.
B —¿Y qué pasa? ¿Te falto a ti con ello en algo?
¿También vas a decir que copio lo que escribo?
S —Te faltas a ti mismo, fanfarrón de taberna. Haz
tu propia pintura, desarrolla tu mirada, y los que no estamos
ciegos podremos ver cómo eres, no cómo era el Van Gogh de turno.
Y en cuanto a lo que escribes, el mismo fraude: no usas vellos
ajenos, solo faltaba, Barón de Pacotilla, pero tú no escribes;
redactas. En Cartas a mi mujer dice Umbral: "escribir
es siempre volverse del revés". La pulcritud no es virtud
del verdadero escritor, que ha de volcarse en lo escrito,
vaciarse.
B —Tú estás majara. Anda, vuelve a tu mazmorra, que
por aquí está saliendo el sol y te hace daño en la piel... y en
las meninges.
S —Y tú sigue en tus engaños "jacobinos"; mancha
lienzos, redacta bitácoras y escribe versos. Lo que quieras,
pero no te vacíes, no nos enseñes lo que llevas dentro, no sea
que salgamos corriendo y nos arrojemos al precipicio, como la
piara de inocentes puercos del evangelio.
B —Largo de aquí, sabandija, ínfimo... ¡CAVERNARIO!
S —Fullero, tramposo... ¡TABERNARIO!
Aun a riesgo de causarle un sarpullido al
bueno de Segismundo, el Barón insiste en seguir manchando telas
resueltas por otros que lucían auténtico vello de artistas. Y en
cuanto a escribir "desde dentro", como Umbral, pues cada uno con
su pan se lo coma. Así le fue a él, que solo abandonó su máquina
de escribir para ir a decirle a la Milá "yo he venido a
hablar de mi libro". (Lo de Umbral no es desprecio, sino
admiración. Varón desagradable, artista inigualable). Y el
calambur de hoy: así
te-las-voy-manchando.
En el diálogo original, el cuadro estaba en su manchado inicial. Hoy, en oct 2020,
el cuadro lleva ya colgado más de seis años, por lo que es más interesante
mostrar este combinado de tres momentos de su manchado.