La clave - 3 enero 2014
B —Oye, pigmeo, espanta
a esos murciélagos y sal de ese rincón.
S —¿Qué te pasa, Barón de Vacuilandia.
B —Me tienes preocupado. La castellana me ha dicho
que andas depre. Y no es que me importe, pero los cadáveres me
dan repelús y no quiero tener ninguno en mi castillo.
S —Aquí el único cadáver eres tú, que estás hueco.
La actividad humana por antonomasia es el pensamiento, por eso
tú eres un cadáver ambulante.
B —Bueno, te lo acepto porque este cadáver goza de
una salud excelente. Hoy me preocupo por ti. ¿Que te pasa,
desgraciado?
S —Me pasa que me siento agobiado, asediado y
superado.
B —¿Están de vuelta los turcos? Tranquilo, que voy
por mis armas.
S —Qué armas ni qué niño muerto. Pero, ya que lo
dices, sí han vuelto los turcos. Erdogan trata de controlar a la
justicia de su país y ésta trata de controlarlo a él. Y además
tiene el problema de los kurdos. Y yo me pregunto tantas cosas
acerca de su pasado violento, que no puedo resolver si quiero o
no quiero que los turcos se integren en Europa.
B —Quédate tranquilo, alfeñique, que a los turcos ya
les dimos hasta con la fregona en los Balcanes y no se acercarán
por aquí.
S —No entiendes nada, mentecato; no se trata de los
turcos en sí, sino de tomar partido, de saber si es justo que
los kurdos anden por ahí como cucaracha sin nido, de saber si
tiene sentido que Turquía forme parte de Europa, si Erdogan es
trigo limpio, si el aborto es un delito o un derecho, si los
presos de ETA tienen que pudrirse en la cárcel, si Cataluña es
una nación, si conviene que el gobierno tenga capacidad para
indultar a condenados por el poder judicial, si está bien que
los suníes vuelen por los aires a tíos de Hezbolá, si Snouden es
un héroe o un traidor a los EEUU, si Panamá debe compensar a
Sacyr por su caída en bolsa, si la lidia es un arte o un horror,
si la última subasta de energía estuvo manipulada, si ha hecho
bien el rey saliendo en el Hola con un jersey cuello de cisne...
pffff Tanta información me supera, tanto que sopesar, tanto que
averiguar, tanta injusticia, tanto mangante, tanto de todo,
tanto de tanto...
B —Estás bajo el fuego enemigo, alfeñique, te han
rodeado. Pero yo, por una vez, sin que siente precedente, voy a
enseñarte a luchar contra ese bombardeo despiadado.
S —¿Tú enseñarme a mí, frívolo subproducto de la
naturaleza?
B —Calla y escucha, mequetrefe, que aunque te lo
parezca no voy descalzo en la cosa científica. ¿Sabes que el
mundo atómico es anterior al mundo vivo y su existencia
independiente tiene preeminencia sobre la nuestra?
S —Eso es discutible.
B —Eso es incuestionable.
S —¿Estamos con los papeles cambiados, tú
explicándome el mundo del átomo?
B —Ya te he dicho, enano, que esto no ha de sentar
precedente. Pero vamos a ello: ¿sabes por qué, a pesar de ser un
enano eres tan enorme comparado con los átomos?
S —Dímelo tú.
B —Los átomos están siempre en movimiento. Lo
descubrió un tal Brown y en su honor lo llamamos movimiento
Browniano. Es un movimiento aleatorio que no puede ser sometido
a ninguna ley. La física, para comprender a los átomos necesita
muchos de ellos para que sus instrumentos de medición atiendan
al conjunto regular y no a las desviaciones individuales. Tus
sentidos son como instrumentos de medición, capturan lo que se
mueve, todo son ondas, partículas, y tu cerebro interpreta el
movimiento.
S —Vaya obviedad. ¿Y eso va a aligerar mi carga?
B —Si fueras chiquitín, más todavía, pequeño, muy
pequeño, a nivel atómico, tus sentidos se volverían locos debido
al constante bombardeo de los átomos. Por eso los seres vivos
necesitamos tamaño.
S —Me empiezas a preocupar. ¿Sabe esto tuyo la
castellana?
B —No, no lo sabe. Ella cree que tú tienes la
exclusiva del conocimiento, por eso vive conmigo ahí arriba.
Pero deja que termine: así como el tamaño ha salvado a los seres
vivos del bombardeo atómico, tú tienes que encontrar, como lo
hice yo hace tiempo, la clave de tu crecimiento personal que te
libre del bombardeo informativo al que estamos sometidos.
S —¿Y tú dices que has encontrado la tuya?
B —Efectivamente, sor Angustias, la encontré hace
tiempo; la clave para el crecimiento especializado de órganos.
S —¿Y qué órgano te ayudó a desarrollar que no sea
tu enorme ego?
B —¡Los hígados! ¡Qué hígados tienes, Barón —me
dicen desde entonces— todo te resbala!
S —Mejor me vuelvo con los murciélagos.
B —Pues venga ya, ¡CAVERNARIO!
S —¡TABERNARIO!