Barón - Segismundo

Segismundo

Vive abajo, en el sótano, mientras el Barón disfruta de la parte alta del castillo, con su azotea soleada, sus almenas, banderas, gallardetes e incluso su Torre del Homenaje.
Ambos viven en el mismo castillo, conscientes de que son dos caras de la misma moneda; pero se desprecian mutuamente sin ambages. El de arriba llama Segismundo al del sótano con calculado desdén, y éste tilda al Barón de frívolo y lo clava, bien "clavao", como Barón de la Sinsustancia.

A veces, cuando la presión sube a niveles peligrosos, Segismundo sale de su encierro y busca al Barón, como válvula de escape o, mejor, como punching-bag con el que arreglar cuentas pasadas. Los dos se dan entonces hasta con los estandartes y aquello termina como el rosario de la aurora. Al final, suele ser el Barón el que tira los faroles y se encierra en la Torre del Homenaje (del suyo propio, claro); se queja de que las cadenas que el Eremita arrastra son de auténtico plomo y le tararea aquello de

Segismundo,
si le dejas,
duerme incluso
a las ovejas.