Barón - Poesía

Vitíligo


Si un día, estando en porretas
y mirándote al espejo,
detectas en tu pellejo
fotos de arcanos planetas
con blanquecinas glorietas,
que compiten con tu omblíligo,
tendrás que decir conmíligo:
¡el culpable es el vitíligo!.


Y si descansar del tajo
no te llama la atención
y sientes una pulsión
por currelar a destajo,
no interrumpir el trabajo
para atender a un amíligo,
tendrás que decir conmíligo:
¡el culpable es el vitíligo!.


Si el vigor es ya un extraño,
si te pesan los pertrechos,
si no subes los repechos
con la agilidad de antaño,
si las cuestas te hacen daño
y no todo el campo es tríligo,
tendrás que decir conmíligo:
¡el culpable es el vitíligo!.


O si llevas a la imprenta
libros de ciencia y talento
que se agotan al momento
de sacarlos a la venta,
que fortalecen tu renta
y al bolsillo dan abríligo,
tendrás que decir conmíligo:
¡el culpable es el vitíligo!.


Y si de éstos el problema
—los más guapos del plantel—
es que se aclara su piel
y no llega ni a un eccema,
que no hagan tanta pamema
y ante tan leve castíligo
tendrán que decir conmíligo:
¡qué suerte tener vitíligo!.

Cizur, diciembre 2012