Barón - Poesía

El Padre Constantino

(Leído en Recarte, en la comida de reencuentro con Javier Aldaz)

Clase Tercera,
seríamos cuarenta,
contábamos nueve años inocentes,
candorosos, piadosos y obedientes,
clase de muetes, de malicia exenta.

El Constantino,
mejor que algunos otros,
dirigía dichoso aquel rebaño,
formándonos en corro todo el año
mientras él se sentaba entre nosotros.

Y, allá, su silla,
puesta sobre un boquete
de un suelo viejo, al que faltaban
dos baldosas, con bordes que asomaban
agudos, como puntas de machete.

Un día, un muete,
al sentarse le quitó la silla,
con lo que el Padre Constantino
vino a encontrar cruel destino
en el ladrillo y con su rabadilla.

No dijo nada,
con rostro enrojecido,
salió de allí jurando en arameo,
luego volvió y no hizo ni un sondeo
para saber quién coño había sido.

Un gran silencio
guardamos de consuno.
Treinta y ocho ya me han asegurado
no ser ellos los del desaguisado
si yo no fui, sólo nos queda uno.

¡A ver, Javier!
contesta en paladino
recordando aquello que pasó
en esa escuela, y di ¿quién le rompió
la rabadilla al Padre Constantino?

 

Cizur, 3 de septiembre de 2012