Barón - Epístolas

Toma y daca


Mayo 2010

El arte del toma y daca lleva en su práctica el doble placer que reportan el juego y la justicia. El de la diversión por un lado y el de la equidad en el reparto por el otro. Es el donde las dan las toman; arte y deporte conjuntados. Arte por lo que toca al estilo con que se aplica el toma y deporte en lo que se refiere a la disposición con que se recibe el daca.

Su origen es antiguo y comercial, ya sabes, la transacción mediante el trueque. Pero hoy día apunta más a la esgrima transaccional, a la acción que no queda en uno mismo, sino que transita hasta otro; andar al toma y daca es andar en dares y tomares, o sea, un intercambio: yo te doy y tú me das y cada quien a la suya. Sansón, por poner un ejemplo, no valía para la práctica del toma y daca, desde el momento en que se puso como se puso con los filisteos por el asunto de Dalila; cuando él, con otro tipo de zorras bastante más incendiarias, les quemaba la cosecha por un quítame allá esas pajas.

Son, éstas, consideraciones que yo me hago al recordar la última comida con mi madre durante mi reciente estancia en Torrevieja, y te las ofrezco aquí, caro amigo, con el ánimo de que, como a mí, te ayuden a encajar los dacas con la misma facilidad que exhibimos al repartir los tomas. Mi madre está en ese estado mental en que parece que el pasado es más cercano que el presente. Éste se desvanece conforme pasa, mientras que aquél se presenta con la fuerza de éste. No sabe si ha desayunado o si es jueves, pero su capacidad de razonar es perfecta, lo mismo que la de recordar el pasado lejano.

Ella    Las dos y cuarto.
Yo       Buena hora para comer ¿no te parece?
Ella    Sí; y para cobrar un millón.
Yo      Desde luego. Bueno, hoy tenemos comida especial por ser uno de mayo.
Ella   Mi padre no nos dejaba salir el uno de mayo; decía que había mucha gente descontrolada. Pero nos escapábamos a bailar a Gallarta. Son las dos y veinte.
Yo      Buena hora.
Ella    Sí, para cobrar un millón... Luego, antes de que anocheciera, bajábamos corriendo a casa por Nocedal. Allí vivía una amiga.... Las dos y veinticinco...
Yo     ¿Por qué me dices la hora?
Ella    Porque la veo en el reloj, ahí enfrente.
Yo      Vale

Así transcurren las comidas, también los desayunos, las cenas, las meriendas, los paseos y los no paseos. La cosa es pacífica y se lleva bien. Antes era muy guerrera y desenvainaba con rapidez a la menor. Ahora se sabe más débil y no desenvaina, por lo que ha tenido que mejorar la estrategia cambiando el cuerpo a cuerpo por la, no por muy socorrida menos inteligente, maniobra de distracción.

Hace años apareció en casa como un regalo, Bobi, un Yorkshire Terrier, listillo y pacífico a ratos. Ahora son compañeros inseparables y la transacción entre ellos es mutua y permanente; por eso ha de ser que el grado de entendimiento alcanzado entre ambos sea especialmente alto.

 Yo     Esto está muy bueno ¿eh?
Ella   Pues aprovecha y come.
Yo     Bueno, ya he comido bastante. Tampoco es bueno comer  demasiado.
Ella    Pues si te gusta, come... son las dos y media, buena hora para cobrar un millón.
Yo       Pero muchas cosas se hacen no porque te gusten, sino porque está bien el hacerlas.
Ella    Pero si algo te gusta, ya está bien.
Yo      No siempre es así. (Mi vena de predicador, siempre a flor de piel, sale disparada) Puede que algo te guste a ti, con lo cual es bueno para ti, pero, por ejemplo, si alguien vive con otro a quien le disgusta eso que a ti te gusta, entonces lo que para uno está bien pasa a estar mal porque afecta al otro.
Ella   Se calla, mira al reloj, luego al perro, que está dormitando por allá a la espera de su hora de comer, y dice con aire creo yo que algo socarrón:

¡Bobi, ven; que nos van a dar la clase de urbanidad!

Y es que:

En asuntos de memoria
te puede dar la matraca
con reiteración de noria,
pero en lo que ella destaca
con mérito indiscutible
y un aguijón invencible
es en lo del toma y daca.

Vale