Apócrifos

El palabro se las trae, ya lo sé, pero más exótico es todavía el que Emilio el Bueno dispuso en su página etnografo.com para dar cabida a escritos de autoría no identificada más o menos verosímiles, pero rotundamente falsos a la postre. La sección se llamó -y se sigue llamando- Apocripha, lo que le da un plus de misterio y ambigüedad. Él abrió fuego con El arcipreste de LLutxent y, visto lo visto, yo me desquité con Milagro en el Néguev.  La nutria, con todo aquel asunto de la termodinámica, no encajaba muy bien con la idea, pero sí lo hizo perfectamente Corpus de sangre. Después vinieron otros escritos que fueron tomando aire epistolar y que Emilio tuvo a bien colgar en otra sección con el rubro Comunicación interpersonal (me da que hacen ahí lo de aquel pato en su garaje), hasta que Oil Imenod decidió hacerse con la baronía de Münchhausen. Y de aquel polvo estos barrizales.

Por ello, esta sección no crecerá mucho, aunque tampoco encogerá, quedando como recuerdo agradecido a Emilio el Bueno y su etnografo.com ambos fueron los pedernales necesarios para que saltara la chispa del de Münchhausen, que, gracias al cielo, no ha pasado a mayores, y de chispa con vocación de llama ha quedado en juguetona chiribita.