Barón - Correos
12 ene 09
Alarma en los mercados

Que las campanas del miedo
tocan de nuevo a rebato. 
Que en lo alto se estremecen
torres de noble sillar
y espadañas de cascajo.

Que se acabaron los tiempos,
de esto ya hace mucho Rato,
en que atábamos los perros
con ristras de longaniza
sobre collares dorados.

Que se acabaron los "ratins
triple A"
de los mercados,
que nadie nos presta un duro
y los políticos tienen
los cerebros agostados.

Que la patria está en peligro,
que crudo se lo llevaron,
que los de Standard & Poor’s
nos han echado el mal ojo
y nos tienen enfilados.

Que oigo, patria, tu aflicción,
que el miedo invade tus bancos,
tus finanzas en peligro,
para los Hay-untamientos,
más grave que un dosdemayo.

Estos lamentos iba yo desgranando esta mañana mientras entraba en las noticias que vienen desde los mercados de la deuda de las naciones (parece ser que nos van a poner unas banderillas negras y no estoy yo muy seguro de si el toro hispano conserva todavía su capacidad de crecerse al castigo después de una buena pasada por la izquierda), cuando no he podido evitar que a mis labios vinieran los lamentos de Bernardo López en su Oda al Dos de Mayo

Y aunque todavía no sea muy audible lo “de la Patria su aflicción”, todo llegará; pero hoy no voy a privarme de imaginar a ZP recitando una noche de éstas, desde su balcón de Moncloa, cualquiera de las tétricas estrofas de la oda de don Bernardo. Tal, por ejemplo, que:

(He marcado ciertas ligeras adaptaciones a los tiempos actuales)

Lloras porque te cambiaron
el rating, y te la hicieron.
¡A tí, a quien siempre temieron,
porque tu gloria admiraron;
a tí, por quien se inclinaron
los mundos de zona a zona;
a tí, soberbia matrona,
que, libre de extraño yugo,
no has tenido más verdugo
que el peso de tu Corona!

Y luego, mirándose al espejo, puede continuar:

Aquel genio de ambición
que, en su delirio profundo,
cantando paz hizo al mundo
envidiar a su nación,
hirió al íbero león,
ansiando a España regir,
y no llegó a percibir,
ebrio de orgullo y poder
que no puede esclavo ser
pueblo que sabe morir.

¡Guerra!, clamó ante el altar
el sacerdote con ira;
¡guerra!,repitió la lira
con indómito cantar;
¡guerra! gritó al despertar
el pueblo que al mundo aterra;
y cuando a la hispana tierra
los socialistas hundieron,
hasta las tumbas se abrieron
gritando: ¡Venganza y guerra!

Y contemplando por dónde nos podrían llevar hoy las correrías del Barón, habré de echar el freno en su imprevisible carruaje, no sin antes recordar lo que me decía un amigo:

Si quieres pegarte un chute
imitando a los rapsodas,
haz quintillas, haz sonetos,
lo que quieras, mas… no-odas.

El caso es que se nos viene encima. ¿Qué se nos viene encima? La receta del Plan E es gastar. Eso hay que financiarlo con deuda pública, para lo cual España (unos 90 mil millones de euros) tiene que competir con la deuda que emiten otros gobiernos (unos 1.750 millones entre EEUU y otros importantes de Europa). Pero el mercado no se fía de España y asegurar su deuda viene a costar ya un uno por ciento (los CDS, que miden el riesgo de impago se han disparado para España y lo que te rondaré, morena). Así que tendremos que subir la remuneración de la deuda y eso es más coste para las arcas públicas. Y aun así no habrá dinero para todos. Pintan bastos y quizás, para cantar lo que nos espera, tengamos que echar mano de Espronceda. Que nos cojan confesados.