Barón - Correos
8 ene 09
Monólogo del Bien

¡La liaste, Burt Lancaster! Me parece que el Barón ha caído en otro pantano… y no le quedan guedejas de las que servirse.

Por un lado, Roberto dice que muy bien, que encantado, pero que él trabaja y lo de urbi et orbi lo deja para los que tengan balcón desde el cual (y no me parece mal). Pero también dice que acepta quinielas sobre las elecciones vascas. Aquí, en el extranjero, tenemos una visión muy escasa de lo que acontece en Euscalerría. Y, además, el Barón siempre coge el rábano por donde no debe. Así que ¿qué te vamos a decir que tú no sepas?. Para mí, que van a ganar los filisteos, porque tienen a Dalila de su parte. Dentro de unos días te diré quiénes son los filisteos esta vez, pero creo que Dalila es la pasta, la guita, el parné, el presupuesto y la Kutxa, todo en uno. Mas no adelantemos acontecimientos, ni prejuzguemos. Nunca a priori sabremos lo que éstos esconden tras de sí, o si nos convienen o no. Nuestro amigo Monterroso nos ilustra al respecto con este

Monólogo del Bien

“Las cosas no son tan simples”, pensaba aquella tarde el Bien“, como creen algunos niños y la mayoría de los adultos”.
“Todos saben que en ciertas ocasiones yo me oculto detrás del Mal, como cuando te enfermas y no puedes tomar un avión y el avión se cae y no se salva ni Dios; y que a veces, por lo contrario, el Mal se esconde detrás de mí, como aquel día en que el hipócrita Abel se hizo matar por su hermano Caín para que éste quedara mal con todo el mundo y no pudiera reponerse jamás.”
“Las cosas no son tan simples.”

Por cierto, Roberto (me facilitas los pareados), tú que tienes ascendencia sobre él, ¿no podrías decirle a Revilla que el mundo no está pendiente de sus gracias, que no son necesarias, que no está obligado. El Barón las hace, porque está en su cuarto, estancia modesta y austera, más castellana que argentina, y no representa a nadie más que a él mismo. Pero este hombre… ¿Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas?.

Por un lado, decía arriba, Roberto. Por otro, Ignacio, que sale de su retiro ignaciano (inmersión total) para tomar aliento un par de días y zambullirse de nuevo en las aguas do el Espíritu mora. Diez días son muchos días y nosecuantas monjas son muchas monjas. Pero está entrenado y es su especialidad. Para cuando salgas de ese infierno lleno de gracia, te dejo aquí el chiste del camello que el otro día que iba de camellos no conté por parecerme abusar. Pero a Ignacio los chistes le vienen bien, la risa le oxigena el cerebro y le genera rítmicos y salutíferos peristálticos. Dice, mejor, reza así:

Amín cruza el desierto encaramado en la chepa de su camello, pero éste no carbura. A la entrada de un oasis ve un letrero: Se arreglan camellos y dromedarios. Al llegar al lugar, lo recibe Amén que coloca al camello sobre un foso cavado en la arena y, él adentro, toma dos piedras y le zumba en las mismísimas mitocondrias.
El camello sale despavorido y Amín grita desesperado: ¡Qué has hecho, Amén! ¿Y cómo lo cojo yo ahora? Amén le dice: Venga, rápido, ponte en el foso.

Por este otro, por el lado en el que el Larún se pone de gala y obsequia a Fernando con nívea cresta, éste se sumerge también en los silencios del advaita vedanta buscando la unidad del Uno.

¡Ay, Señor! Si no paráis. Yo ya lo intenté y me bajé el famoso I am that de Nisargadatta Maharaj, pero no pude ir más allá de la décima página; no estoy preparado. Seguiremos insistiendo, esta vez con el santo Ramana Maharshi, que parece que tiene mejores traductores a nuestra mentalidad  aristotélica.

Tengo sin terminar un trabajito del Barón sobre nuestra inclinación humana, y por ende pecadora, a complicarnos la vida con explicaciones cada vez más intrincadas sobre lo que vemos y lo que no vemos. Se basa en lo que nos enseñó el P. Mocoroa a los doce años: las cosas arden porque tienen flogisto. Y punto. Si no arden es porque no tienen flogisto. A partir de ahí, ¿verdad Jesús? todo lo demás son perifollos. Y éstos no se comen. Ya os contaré algún día.

Pero cierro el bucle, que hoy también me he pasado. Lo cierro en el pantano en el que allá arriba decía he caído. No quiero que nadie se sienta horrorizado por tener que leer simplezas todos los días de su vida y mucho menos contestarlas. Ya os he dicho que esto, como los de Monterroso, son monólogos a los que no estáis obligados. En el magma de mi pantano, habéis de consideraros el catalizador, que hace posible la reacción, pero ni se inmuta ni se altera, al mejor estilo Parménides.

La prensa de hoy no la bajo, porque sólo tiene sentido para Ignacio y está sumergido. Aunque Oroz está muy bueno y merece la pena. El tema es local y va de cierta caja negra que ha aparecido en el Hay-untamiento de Cintruénigo. Ahora resulta que nadie sabía que todos, él incluido, la estaban utilizando. Los locales de UPN querían cargarse al alcalde socialista, pero Sanz ha salido al quite y les ha envainado la moción de censura que tenían preparada con vaselina mentolada. Claro que enseguida nos hemos acordado del chiste en el que el del PSN está en el sillón del dentista UPN, y cuando éste se acerca, jeringuilla en ristre, lo coge por el árbol de navidad y le dice suavemente ¿verdad, doctor, que no nos vamos a hacer daño?

Sé que tengo tres suscriptores que apuntan síntomas de hipocondría. Ya veis por qué no hay que visitar a los doctores a la menor; sólo cuando tengamos las tripas en la mano, decía Jesús Echarte (hijo de médico) o el ojo ¿no, Emilio?. Fernando es más listo y para no tener que ir a visitarlos se instala los instrumentos en el choco (hidromasaje), al tiempo que hace bricolaje; valiente él. Pero nosotros lo hacemos en comandita, aquí en Cizur, porque César ha comprado en Ikea chorrocientos metros de estantería y hay que crucificarla en las paredes de su choco-trastero. Ya os contaremos cómo va la cosa. Mientras se acaba o no, nos preparamos un arroz Donemilio y nos regalaron una mandarra preciosa del Reino de Navarra. Yo siempre salgo ganando. Chao.